Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Edwing Castro Poma, y Alejandra Camila Mendoza, en «Contraparte Bolivia»: Para comprender lo que realmente significa la democracia, es necesario entender los principios conceptuales y legales que la fundamentan. En su forma más pura, la democracia es un sistema de gobierno basado en la libertad, donde el pueblo es soberano y tiene el poder de otorgar el mandato a los gobernantes, quienes deben cumplir la ley, rendir cuentas y respetar los derechos fundamentales. Sin embargo, existe otra forma de gobierno, la dictadura, que se basa en la concentración del poder, sacrificando las libertades individuales y violando los derechos humanos.
En el contexto de América Latina, el contraste entre estos dos modelos es evidente. Mientras que países como Cuba y Venezuela han experimentado regímenes de concentración de poder bajo el pretexto de ideologías revolucionarias, Bolivia se enfrenta a una serie de desafíos que ponen en duda su verdadera condición democrática. A pesar de los acuerdos internacionales como la Carta Democrática Interamericana de 2001, que establece la democracia como un derecho y obligación para los países de las Américas, en Bolivia, la democracia parece estar en constante retroceso.
La Carta Democrática Interamericana especifica los cinco elementos esenciales de la democracia: el respeto a la libertad y los derechos humanos, el acceso al poder bajo el estado de derecho, la separación e independencia de los poderes del Estado, la libre organización política y la celebración de elecciones libres y justas. Sin embargo, en Bolivia, ninguno de estos principios parece estar vigente.
- Libertad y derechos humanos: En Bolivia, la persecución política está a la orden del día. Con más de 320 presos políticos y más de 10,000 exiliados, el país ha mostrado una clara vulneración de los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Indígenas, cocaleros y opositores al régimen son perseguidos, lo que evidencia la falta de respeto por las libertades individuales.
- Acceso al poder y el estado de derecho: El sistema legal boliviano ha sido distorsionado por el régimen en el poder. La constitución ha sido reemplazada por la Constitución del Estado Plurinacional, que favorece a ciertos grupos y despoja a otros de sus derechos, lo que ha llevado a la desaparición de la igualdad jurídica. El acceso al poder está manipulado, ya que el actual gobierno tiene el control absoluto sobre quién puede ser candidato, lo que elimina la posibilidad de una verdadera competencia democrática.
- Separación e independencia de los poderes públicos: En Bolivia, el poder ejecutivo ha subordinado al poder judicial, que en lugar de ser un defensor de los derechos humanos, se ha convertido en un instrumento de represión. Los jueces, en muchos casos, actúan como meros agentes del ejecutivo, cumpliendo órdenes que violan las garantías constitucionales. Además, el poder legislativo es prácticamente inexistente, funcionando solo como una extensión del régimen.
- Libre organización política: La oposición política se encuentra bajo asedio, con miles de personas que han tenido que exiliarse o que enfrentan cargos falsos. Los partidos y movimientos de oposición no tienen la libertad de organizarse y participar en las elecciones sin ser acosados o censurados.
- Elecciones libres y justas: Las elecciones en Bolivia no pueden considerarse libres ni justas. El sistema electoral está manipulado, con un padrón viciado y un órgano electoral controlado por el régimen. En lugar de ser un reflejo de la voluntad popular, las elecciones en Bolivia son un espectáculo controlado en el que el resultado está predeterminado. La democracia se ha convertido en una «dictadura electoralista», donde la gente vota, pero no elige.
La situación política en Bolivia revela la trágica realidad de un sistema que ha sido calificado como una dictadura electoralista. Este modelo se caracteriza por la manipulación de las elecciones y la perpetuación en el poder de una élite que viola los derechos humanos, controla el sistema judicial y limita las libertades políticas. Aunque el país celebra elecciones, estas no reflejan la soberanía popular, sino que están diseñadas para garantizar el poder del régimen. La manipulación del padrón electoral, la inhabilitación de candidatos y el control de los medios son solo algunas de las tácticas empleadas para asegurar los resultados deseados.
Además de la crisis política, Bolivia enfrenta una crisis económica alimentada por la falta de transparencia en la gestión gubernamental. La deuda externa ha alcanzado niveles alarmantes, y la falta de información sobre las reservas y la deuda interna pone en duda la estabilidad financiera del país. La falta de rendición de cuentas y la falta de un sistema judicial independiente han llevado a un hiperendeudamiento que pone en riesgo el futuro económico de Bolivia.