Ausentismo contra el crimen en Venezuela y transición no es impunidad

Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Napoleón Bravo: El pasado 25 de mayo, Venezuela fue escenario de una nueva farsa electoral orquestada por el régimen de Nicolás Maduro, en lo que se ha convertido en una práctica recurrente del llamado «socialismo del siglo XXI». Este modelo, liderado desde Cuba y replicado en países como Nicaragua y Bolivia, utiliza elecciones manipuladas para simular legitimidad democrática, mientras reprime cualquier oposición genuina. Lo ocurrido en Venezuela no fue una elección libre, sino una votación controlada por una dictadura que, busca perpetuarse en el poder mediante fraudes, crímenes de lesa humanidad y el uso de «opositores funcionales» que legitiman el proceso.

Bajo el liderazgo de María Corina Machado, el pueblo venezolano respondió con una contundente abstención de más del 80%, un acto de resistencia civil pasiva frente al terrorismo de Estado y la ocupación ilegal del poder por parte de Maduro y sus aliados. Esta abstención, que ratifica el rechazo masivo al régimen, se suma al triunfo de Machado en las primarias opositoras de 2023, donde obtuvo más del 93% de los votos, y al respaldo popular del 28 de julio de 2024, cuando el régimen alteró los resultados electorales para mantenerse en el poder. La comunidad internacional, salvo gobiernos aliados como México, Brasil y Colombia, no reconoce la legitimidad de estas elecciones, considerando al régimen de Maduro como un grupo criminal transnacional.

Los «opositores funcionales», como Enrique Capriles, Manuel Rosales y otros señalados por la prensa, han sido acusados de cómplices al participar en estas elecciones fraudulentas, avalando la narrativa del régimen. Estas figuras, lejos de representar una oposición real, contribuyen a la simulación democrática, cometiendo delitos como falsedad ideológica y traición al pueblo venezolano. Mientras tanto, líderes democráticos como Machado y Edmundo González Urrutia, junto a una población que resiste la represión, mantienen la lucha por la restauración de la democracia, respaldados por las principales democracias del mundo.

La situación económica de Venezuela se agrava, con sanciones internacionales que limitan la comercialización de su petróleo y un régimen que, roba los recursos del país. La comunidad internacional ha señalado a Maduro y su cúpula, incluidos Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, como parte de un cartel criminal con órdenes de captura y millonarias recompensas. La abstención del 25 de mayo no solo deslegitima al régimen, sino que fortalece la resistencia civil como un modelo para otros pueblos oprimidos por dictaduras similares en la región.

El futuro de Venezuela depende de la persistencia de su pueblo y de la presión internacional para aislar al régimen. La lucha liderada por Machado ha alcanzado un punto crítico de respaldo global. La resistencia venezolana, con su ejemplo de abstención y movilización, envía un mensaje claro: la dictadura no tiene legitimidad, y la separación entre política y crimen organizado es la clave para recuperar la democracia.