Foro de San Pablo, el disfraz político de la delincuencia organizada

(Infobae.com) El Foro de San Pablo presentado como un espacio de debate de los partidos y organizaciones de izquierda latinoamericana cumple en los hechos el rol de instrumento para dar condición de políticos a los detentadores del poder en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, a los que ya fuera del poder buscan impunidad, y a quienes conspiran contra los gobiernos democráticos de las Américas. Fue creado y es operado como una herramienta de la dictadura cubana para ejecutar su estrategia de politizar sus acciones criminales y desestabilizar a quienes representen una amenaza o no sean amistosos. Es el disfraz político de la delincuencia organizada transnacional que usurpa la acción y el poder político.

Autoproclamado como foro de partidos y grupos de izquierda, el Foro de San Pablo fue creado por la dictadura castrista de Cuba con el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil para debatir sobre los efectos de la caída del Muro de Berlín. Lo que sucedía era que la dictadura de Cuba se quedó sin el soporte económico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sin discurso político por la victoria del capitalismo sobre el comunismo. En ese escenario, Castro implementó un instrumento político de sobrevivencia con el Foro de San Pablo, que fue prácticamente intrascendente hasta que en 1999 Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela.

Chávez en la Presidencia de Venezuela tiene como acción inmediata su alianza con Fidel Castro que produjo la recreación del castrismo bajo nombres de movimiento bolivariano, alba o socialismo del siglo XXI, hoy señalado como «castrochavismo». El siglo XXI en Latinoamérica está marcado por el destrozo de la democracia, la violación de derechos humanos, el establecimiento de dictaduras, la corrupción, los narco estados, presos y exiliados políticos, crisis económicas de los países controlados por el catrochavismo, ruina institucional y mas, hasta llegar a la crisis humanitaria de Venezuela.

Durante los últimos 20 años el Foro de San Pablo ha sido uno de los principales instrumentos para que la alianza delictiva, conspirativa y antidemocrática de Chávez y Castro tenga aspecto de política. Reivindica como parte de sus logros la expansión de lo que llama gobiernos de izquierda como los de Lula da Silva en Brasil, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina, Lugo en Paraguay, Funes en El Salvador, Humala en Perú, Fernández de República Dominicana y otros, hasta Nicolás Maduro en Venezuela.

Como ejemplo, el escándalo de corrupción conocido como «lava jato» en Brasil y «Caso Odebrecht» en el mundo, resulta parte de la contribución del Foro de San Pablo a la creación y encubrimiento del sistema de «delincuencia organizada transnacional» que es el castrochavismo. El caso Odebrecht se describe como la «investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos junto con otros 10 países de América Latina sobre la constructora brasileña Odebrecht, en la que se detalla que la misma habría realizado coimas de dinero y sobornos a presidentes, ex presidentes y funcionarios del gobierno de por lo menos 12 países».

Lo que falta recordar es que el sistema Odebrecht se basó en recursos federales de Brasil operados por el gobierno del PT. Los gobiernos del sistema del Foro de San Pablo y luego gobiernos amigos, accedían al crédito de Brasil manejado por Lula da Silva y el gobierno del PT para obras que debían ser construidas por empresas brasileñas. Los contratos se firmaban entre las empresas brasileñas y el gobierno deudor, el gobierno de Brasil pagaba a las constructoras y Odebrecht repartía las coimas. Entre los líderes del Foro de San Pablo la premisa era que «nunca mas falte dinero» en alusión a los años noventa que consideran la década perdida.

El Foro de San Pablo certifica que es el disfraz político de la delincuencia organizada en su declaración de La Habana de 2018 en la que sobre el slogan «hasta la victoria siempre» politiza -entre otros- los actos delictivos de Nicolás Maduro, los crímenes de Daniel Ortega, califica de persecución política la acción de la justicia contra Rafael Correa y de golpes parlamentarios o judiciales la vigencia del estado de derecho, respalda la cuarta candidatura consecutiva de Evo Morales, defiende los cultivos de coca, encubre y justifica la violación de los derechos humanos del pueblo de Cuba y llama a la conspiración contra las democracias con el sofisma de que la puesta en evidencia de las dictaduras y la lucha de los pueblos contra su opresión «impone un ejercicio practico del internacionalismo mutuo entre todas las fuerzas de izquierda de América Latina».