Hay cinco dictaduras en América Latina

Carlos Sánchez Berzaín
08 de agosto de 2016

Mapa-America-Latina(Diario Las Américas) La destrucción del orden constitucional, los atropellos contra la libertad y derechos fundamentales,  el control y manipulación de todos los poderes del Estado, el fraude electoral, la liquidación y/o sometimiento de la oposición, y la inexistencia de estado de derecho,  son hoy características esenciales de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Se trata de hechos verificables con la simple observación de la realidad objetiva. La presencia en el poder de estos gobiernos es de facto, anti democrática, violatoria de los principios naturales y obligaciones internacionales, y  sus ciudadanos son víctimas sometidas a crisis de imprevisibles consecuencias.  Aunque tarde, es tiempo de reconocer que hay cinco dictaduras en América Latina.

Una condición y una necesidad imprescindible para políticos y gobernantes es el “reconocimiento de la realidad objetiva”,  que consiste simplemente en que, el establecimiento de las condiciones y de la identidad de lo que sucede debe ser lo mas preciso posible para que las decisiones  tengan contenido efectivo respecto a lo que ocurre verdaderamente.  Si un individuo no  reconoce la realidad objetiva corre el riesgo de actuar en un mundo de ficción, y en política, en economía, en la gestión de los intereses de una sociedad, la irrealidad solo conduce a penosas crisis, que cuanto mas se tarda en afrontar, cobran costos sociales y políticos mas altos.

El Gobierno de Fidel y Raúl Castro en Cuba es indiscutiblemente la dictadura más antigua de las Américas, la tradicional que terminó el siglo XX siendo la única. Lamentablemente se ha expandido y ha creado en sociedad con Hugo Chávez el hoy llamado socialismo del siglo XXI, que con enunciados marxistas, antimperialistas y populistas, es solo el viejo castrismo de la Guerra Fría, decorado con la manipulación electoral y legislativa.  Sin renunciar a la lucha armada que utiliza selectivamente para desestabilizar y derrocar gobiernos democráticos, el castrismo ha logrado hacer de la simulación y del fraude electoral los elementos fundamentales de la “presentación democrática” de gobiernos que ha creado y sostiene en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.  Suplantando las constituciones políticas y controlando la legislación han creado leyes que conforman hoy todo un sistema institucional de violación de las libertades y derechos fundamentales en esos países, garantizando la permanencia indefinida de los jefes locales y sus entornos digitados desde el poder central instalado en La Habana.

Los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua, reúnen hoy todas las características y elementos de una dictadura.  Incluso otorgándoles la concesión de haber llegado al poder por elecciones, todos ellos  han dado sucesivos “golpes de estado blandos”, esto es sin desplazamiento general de fuerzas militares como fue la característica del siglo XX.  Se trata de golpes de estado judiciales, legislativos, administrativos, institucionales, legalizados por las normas ilícitas que han creado para ese propósito.  Todos estos gobernantes sin excepción han suplantado ilegalmente (reemplazando o enmendando) la constitución política de sus países por una creada a su medida para concentrar todo el poder; todos han introducido la reelección  antes prohibida expresamente; todos han modificado los sistemas electorales y jurídicos en su beneficio; todos han sometido y/o reemplazado a los fiscales, jueces, magistrados y funcionarios judiciales y electorales; todos han acabado con la liberad de prensa tomando control de medios de comunicación con presiones, confiscaciones, compras forzadas o testaferros; todos persiguen judicialmente a líderes políticos, dirigentes civiles, religiosos, periodistas, empresarios y ciudadanos y tienen presos políticos y exiliados; todos han consolidado “gobiernos de facto caracterizados por la ausencia de la división e independencia de poderes y del estado de derecho”; todos han creado un “sistema que hace imposible que por un  procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder”; todos “han instaurado la indefensión” y la corrupción como regla.  ¡Eso es dictadura!

La realidad objetiva muestra a Nicolás Maduro en Venezuela manipulando los poderes judicial, electoral y las fuerzas armadas para impedir la salida pacífica de su dictadura, asfixiar a la Asamblea Nacional, sostener un narco estado, asistir a Cuba y las FARC, continuar agravando la crisis que mata y humilla a los venezolanos; a Rafael Correa manipulando su aparato estatal para instituir un sucesor pro tempore e incluso perpetuarse en el poder, perseguir y dividir la oposición, con una crisis económica y de corrupción que ya no disimula; a Evo Morales manipulando todo el Estado para tapar sus crímenes (anteriores y de gobierno), seguir impune ante la rampante corrupción, promover el cultivo de coca, maquillar como exitosa una economía en crisis y no dejar nunca el poder; a Daniel Ortega haciendo funcionar “su sistema institucional” eliminando a la oposición de las próximas elecciones, tomando el control total del Legislativo con “decisiones de su justicia” y llevando a la vice presidencia a su mujer.

Todo lo anterior y más, es solo copia -en el siglo XXI- de las mejores tradiciones castristas. Son una extensión de la dictadura principal, con diferentes grados de avance pero con la misma doctrina, liderazgo y estrategia. La realidad objetiva está ahí a la vista de todos, incluso de los líderes mundiales, regionales y de los gobiernos democráticos. El que tenga ojos que vea que ya es tiempo de llamarlos por su nombre. Hoy en América Latina hay cinco dictaduras.