Perú, entre Keiko Fujimori y la ingobernabilidad

Carlos Sánchez Berzaín
30 de mayo de 2016

KeikoPPK(Diario Las Américas) La segunda vuelta electoral para elegir presidente de Perú se realizará el próximo 5 de junio, entre Keiko Fujimori (Fuerza Popular), ganadora de las elecciones del pasado 10 de abril, y Pedro Pablo Kuczynski (PPK) el segundo en votación. El escenario es un ambiente político de intensa confrontación por la resistencia de importantes sectores políticos a que la hija del expresidente Alberto Fujimori sea presidenta del Perú, sumada a los intereses de grupos políticos que prefieren un presidente débil, eligiendo a Kuczynski. Por los resultados de la elección general Keiko Fuimori tiene mayoría en el Congreso y por su prolongado trabajo presenta la mejor estructura política y territorial, mientras que Kuczynski no tiene posibilidad de contar con un Congreso favorable, por lo que afrontaría graves problemas de gobernabilidad. Se trata de una segunda vuelta electoral en la que los peruanos elegirán entre Keiko Fujimori y la ingobernabilidad.

Las elecciones generales tuvieron la alta concurrencia del 81,80% de votantes. En la presidencial Keiko obtuvo 6,115,063 votos, o sea el 39,86%, y Pedro Pablo 3,228,661 que representa el 21,05%. Los resultados para el Congreso compuesto por 130 miembros dieron al partido de Fujimori 73 legisladores, al PPK 20, al Frente Amplio 18, a APP 9, Acción Popular 5 y Apra 5. La mayoría de Keiko en el Congreso es sólida y para el caso de que sea elegida presidenta le garantiza una administración estable, sujeta al control democrático que impone el sistema político peruano. De ser electo Kuczynski deberá gobernar confrontado a un Congreso de oposición y con aliados coyunturales que en general no tienen con él ni con su estructura partidaria ninguna coincidencia ideológica o programática.

La candidata presidencial Veronika Mendoza, del Frente Amplio por Justicia, Vida y Libertad, salió tercera con 2,874,940 votos, o sea el 18,74%. Juntos y sumados Kuczynski y Mendoza tuvieron menos respaldo popular, menos votos y menos porcentaje en las elecciones que Keiko Fujimori, que les ganó la elección al segundo y a la tercera, juntos. La representación en el Congreso acentúa esa diferencia. Además, entre Kuczynski y Mendoza las diferencias programáticas e ideológicas son abismales, más cuando Mendoza ha sido señalada como vinculada al debilitado socialismo del siglo XXI liderado por Cuba y Venezuela.

Los líderes y agrupaciones políticas que hoy apoyan directa o indirectamente a Kuczynski para la segunda vuelta, procurando que sea Presidente del Perú, lo hacen por oposición a Fujimori, con discurso antifujimorista dirigido contra el padre de la candidata, Alberto Fujimori, que gobernó el Perú por más de 10 años, presentando el temor de nuevos excesos. Ya funcionó en las elecciones de 2011 cuando para la segunda vuelta electoral Mario Vargas Llosa apoyó “sin alegría y con muchos temores” al actual presidente Ollanta Humala precisamente contra Keiko Fujimori. El apoyo a Humala permitió a éste llegar a la presidencia y representó que su gestión asuma una posición de centro alejándose de sus compromisos y planes originales con el proyecto castrochavista que parecía su origen inequívoco, y de este modo el Perú no fue uno más de los países completamente inscritos en el socialismo del siglo XXI.

Ahora el escenario es diferente. Keiko Fujimori ha ganado la primera vuelta con el 39,86% de votación y ha obtenido además la mayoría en el Congreso. El segundo candidato más votado no tiene posibilidades de respaldo congresal para el caso de asumir la presidencia y sus coyunturales apoyos para la segunda vuelta estarán listos a darle la espalda y atacarlo apenas tome la presidencia; en esas condiciones el Gobierno será muy difícil o imposible, porque no hay país con sistema presidencialista en el que se pueda permanecer en el poder con 21% de apoyo popular original y sin una sólida alianza en legislativa, menos con una minoría estancada o cercada.

Para los socialistas del siglo XXI que están en el Perú es una buena estrategia hacer todo lo posible para que Fujimori no sea presidenta, y por eso la combaten y apoyarán a Kuczynski, a quien al principio harán su rehén y luego su víctima, para terminar con el proyecto económico que llaman liberal, que se ejecuta desde la década de los 90 y que con gobiernos de diverso tono, pero con una misma política de estado, ha puesto al Perú en el liderazgo del crecimiento económico sostenido en la región. De otra parte, con un gobierno débil, la operación subversiva, el reponer incluso acciones guerrilleras, buscar confrontación social, deteriorar, poner en crisis y hasta derrocar al gobierno democrático funciona más fácilmente, buscando dar lugar a un escenario como el creado a su turno en Venezuela (1999), Bolivia (2003) y Ecuador (2005), que permita el entierro de lo que la democracia y el acceso del castrismo al poder, revestido de populismo liberador.

Por sus condiciones personales y profesionales, seguramente el candidato Kuczynski podría ser un gran presidente del Perú, pero en las condiciones actuales si accede a tal investidura, parece condenado al fracaso más rotundo porque no tiene condiciones políticas objetivas de gobernabilidad. Las condiciones políticas objetivas no dependen de las capacidades ni de la buena voluntad del candidato Kuczynski, son solo la cancha rayada por los resultados de la primera vuelta y las condiciones políticas de su país. Lo más grave es que de ser elegido, podría ser el último presidente del periodo democrático que los peruanos recuperaron luego de que Alberto Fujimori dejó el poder. La amenaza del castrochavismo no ha desaparecido, está declinando pero opera al máximo y tienen la vista puesta en Perú para destrozar su democracia a partir de la elección de un presiente sin gobernabilidad.