“Evo Morales ha creado su propia legalidad que no es legítima ni es lícita”

Los Tiempos / Edición especial

 

Gonzalo Lema (GL): En sus orígenes (los 40’s), y debido a los postulados que reivindicaba, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) tenía una base social campesina, proletaria y minera. Décadas más tarde (los 90’s), bajo el liderazgo de Gonzalo Sánchez de Lozada, sus postulados eran tan distintos que su base social estaba en la clase media y empresariado. El MNR había “salido” del campo para asentarse en las ciudades. ¿Así comenzó su declive? Porque una revuelta popular lo desalojó (2003) del Palacio Quemado…

 

 

Carlos Sánchez Berzaín (CSB): Podemos resumir los postulados fundamentales del MNR –en todo tiempo-  en “la liberación del pueblo boliviano a través de la alianza de clases, para la construcción de la Nación Boliviana y del Estado Nacional”.  En este propósito, el MNR siempre ha buscado transformar las situaciones de injusticia, crisis y desigualdad para que el pueblo boliviano conforme una nación de hombres y mujeres libres con igualdad de oportunidades.

En los orígenes del partido, en la década de 1940,  la realidad objetiva del país (70% rural) hacía imperativa la incorporación del campesinado a los derechos políticos y ciudadanos y, por eso, la primera medida de la Revolución Nacional fue el VOTO UNIVERSAL (liberación política).  Era necesaria la incorporación  del campesinado al derecho de propiedad como forma efectiva del ejercicio de la ciudadanía y, bajo el principio de  “la tierra es para quien la trabaja”, se determinó la REFORMA AGRARIA (liberación económica y social).  Constituía un imperativo la preparación del ciudadano  para la construcción de la Nación Boliviana y por eso se puso en marcha la REFORMA EDUCATIVA (liberación integral), medida fundamental para que todos los niños y niñas de Bolivia se eduquen en las ciudades y en el campo, en valores y principios nacionales e iguales a los que antes no habían tenido acceso.  Era necesaria la protección del trabajador y se impulsó la SEGURIDAD SOCIAL (liberación social).  En el marco de la economía mundial de ese momento -y de la situación nacional- era necesario el fortalecimiento económico del Estado y se planteó y ejecutó la NACIONALIZACION DE LA MINAS.  La primera etapa de la Revolución Nacional transformó positivamente el país y puso en marcha un proceso que, pese a los problemas e interrupciones, no se ha detenido hasta ahora.

Cuando el Dr. Víctor Paz Estenssoro asumió la presidencia en 1985, el mundo ya era otro, había cambiado y Bolivia también era otra, que además estaba sumida en la más grave hiperinflación y crisis económica de la historia. Frente a esta nueva realidad, el Presidente y Jefe del MNR puso en marcha la segunda etapa de la Revolución Nacional. El Presidente Paz Estenssoro resumió exactamente la situación de Bolivia cuando dijo: “LA PATRIA SE NOS MUERE”.  Las medidas fueron las necesarias y adecuadas, pero los postulados y objetivos no cambiaron.  Nuevamente era necesario liberar al pueblo boliviano, aunque esta vez de la crisis, de la hiperinflación y de la miseria que estas traen.  Esta etapa del proceso de liberación se puso en marcha con la NUEVA POLITICA ECONOMICA, con el tan atacado Decreto Supremo 21060 que está vigente hasta hoy y que garantiza aún lo poco de estabilidad y seriedad que le queda al país.

En el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) de 1993 a 1997, el MNR continuó con el proceso de la Revolución Nacional haciendo la REFORMA CONSTITUCIONAL, y puso en marcha medidas revolucionarias como LA PARTICIPACION POPULAR, LA CAPITALIZACION SOCIAL -con su efecto social inmediato el BONOSOL-, LA NUEVA REFORMA EDUCATIVA Y LA REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES, LA DESCENTRALIZACION, el sistema regulatorio y otras. Todas estas medidas son parte del ideario nacionalista y revolucionario fundado en la búsqueda de la liberación del pueblo boliviano. En este momento histórico se trabajaron nuevos avances del proceso de liberación social, política y económica del pueblo boliviano, sentando las bases a través de la captación de tecnología de punta e inversión económica masiva para el crecimiento y transformación de empresas estatales que estaban hundidas en corrupción, falta de inversión y ausencia de tecnología.  Mayor participación política, mejor distribución del gasto público, más autoridad en manos de la gente y en el lugar donde viven, educación respetando la unidad en la diversidad y tantos cambios positivos.

La mezquindad política creó la leyenda negra de la venta del país en torno a la capitalización, cuando, en realidad, con esta medida lo que se hizo fue atraer capitales, tecnología e insertar al país en la modernidad, de la que hoy está nuevamente ausente.  La satanización de la capitalización estuvo dirigida por intereses económicos de sectores –políticos y sindicales- que quedaron afectados al ser privados de fuentes de corrupción y de enriquecimiento ilícito en las empresas estatales y lograron confundir el sentimiento nacional,  convenciendo a un sector importante de bolivianos de una venta que nunca existió, porque -como siempre hemos explicado- la capitalización fue “aumento de capital con preservación del patrimonio nacional en manos del pueblo boliviano”.

Esta tercera etapa de la Revolución Nacional ha creado la base del gran momento económico del que ha disfrutado el primer gobierno de Evo Morales y que ya ha dilapidado.  Morales ha tenido la suerte de cosechar lo que el gobierno del MNR sembró, pero ha destrozado el proyecto de liberación social y económico nacional… Se ha comido la gallina de los huevos de oro.

La etapa de la Revolución Nacional liderada por el Presidente Sánchez de Lozada se vio lamentablemente interrumpida el año 1997 porque, por errores en la conducción partidaria, no se pudieron llevar a buen fin las elecciones internas para tener un candidato presidencial salido de una decisión democrática de los militantes y simpatizantes del MNR. Habían tres precandidatos movimientistas: Guillermo Bedregal, Juan Carlos Durán y Carlos Sánchez Berzaín. La campaña interna comenzó generando gran expectativa y, en pleno desarrollo de la misma,  el Jefe del Partido impuso a René Blatman, un candidato extraño. El argumento fue que  tenía mejor respaldo en las encuestas, pero el resultado fue desastroso. Seguimos pagando hasta ahora ese error, porque el partido se desmovilizó, se evitó la consolidación de nuevos líderes, el dedazo reemplazó a la democracia interna y lo más grave fue que perdimos unas elecciones que estaban prácticamente ganadas si hubiéramos abierto el MNR con las elecciones internas.  Cualquiera de los candidatos que hubiera ganado la interna estaba en condiciones de ganar la elección nacional. Juan Carlos Durán, que terminó siendo el candidato de repuesto, no pudo ganar porque el partido se había desmovilizado y dividido y la gente había reducido su confianza. Todos fuimos responsables: Sánchez de Lozada por su decisión y nosotros, los dirigentes, porque de una u otra manera terminamos aceptándola.

Si el MNR hubiera continuado en el gobierno de 1997 a 2002, el beneficiado mayor hubiera sido el pueblo boliviano, pues la inversión social generada con la capitalización hubiera tenido continuidad, se habría podido desarrollar seriamente el tema de la exportación de gas, desarrollo humano y desarrollo sostenible para achicar las desigualdades (que cuando un país no tiene estabilidad no es que sean más, sino que se hacen más notorias y se convierten en un tema político central). Incluso luego de salir segundos en la elección de 1997 intentamos formar parte del gobierno de Bánzer, pero él no aceptó las condiciones programáticas mínimas que he descrito y, en su animosidad contra Sánchez de Lozada, pidió como condición para aceptar que se excluyera al Jefe del MNR de un eventual acuerdo.

Perdido el gobierno, las medidas de la tercera etapa de la Revolución Nacional fueron administradas de 1997 a 2002 al margen de criterios de política de Estado. Eran medidas inconclusas y en desarrollo y las deformaron, mutilaron, paralizaron y/o tergiversaron antes de que sean plenamente logradas. En unos casos se las frenó y distorsionó, como el caso de la capitalización social. En otros casos se las modificó o cambió de nombre, como el caso del Bonosol.  La reforma educativa y la participación popular fueron inadecuadamente continuadas. Y así en cada caso.

Nuestra acción de oposición desde el Parlamento pudo evitar algunos daños extremos, pero no pudo contribuir a que se avanzara positivamente.

Respondiendo la segunda parte de esta pregunta, hay que explicar que lo que sucedió de 1952 a 1982 (de la Revolución Nacional a la recuperación de la democracia en Bolivia) y luego hasta fines del siglo XX, como muestra el Censo del año 2001, es que Bolivia se transformó de ser un país  dos terceras partes rural a un país con más de 62% urbano, y similar proceso debió seguir el MNR.

El país se convirtió de rural en urbano, de mayoritariamente campesino en citadino, y el MNR hizo lo propio, aunque con mermas en apoyo de sectores que se sentían eventualmente afectados por medidas de nuestros gobiernos.  Por ejemplo, perdimos apoyo minero sindical con la relocalización de 1985 sin la que el país no hubiera salido de la crisis económica, pero ganamos apoyo cooperativista; perdimos apoyo en zonas rurales de La Paz y crecimos en zonas rurales del Oriente. Sin embargo, si se revisan los resultados electorales, el MNR siempre mantuvo gran apoyo en las zonas rurales y por eso tuvimos el primer Vicepresidente indígena (indígena verdadero, no disfrazado) y una bancada parlamentaria con una importante presencia campesina, funcional y sectorial. El grave deterioro, no sólo para el MNR sino para todos los partidos, vino con y luego del derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada.

Lo que sucedió el 17 de Octubre de 2003 fue el derrocamiento del Presidente Constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada y del gobierno del MNR-MIR-NFR y UCS. Fue la ruptura de la democracia como consecuencia de un proceso deliberadamente preparado y públicamente anunciado. Conspiración, sedición, traición, violencia deliberada, intervención externa, un gobierno débil, una coalición no articulada y un presidente extremadamente confiado en su legitimidad. Todo eso terminó no sólo con el gobierno sino con la democracia en Bolivia.

Llamar revuelta popular y desalojo del Palacio Quemado a los hechos del 2003 es una simplificación nacida del discurso oficial de los golpistas, que ahora están en el gobierno, que han destrozado la democracia y el Estado Nacional y están en proceso de liquidar la Nación Boliviana.

No debemos olvidar mínimamente: 1.- Que Evo Morales convocó públicamente a “derrocar a Sánchez de Lozada” el 6 de agosto de 2002 cuando éste último juraba como Presidente de Bolivia en el Congreso Nacional.  2.- Que en febrero de 2003 hubo un intento de asesinato y golpe de Estado contra el Presidente Sánchez de Lozada.  3.- Que, luego de derrocar al Presidente Sánchez de Lozada, lo primero que los “subversivos y traidores victoriosos” buscaron fue el amparo de una “amnistía” firmada por Mesa, y que amnistía quiere decir “perdón de delitos”, y  que no se perdona a los inocentes sino a quienes, firmando y beneficiándose de tal amnistía, han confesado públicamente sus crímenes.  4.- Que es Evo Morales el acusador en el denominado juicio de responsabilidades contra el Presidente Sánchez de Lozada, su equipo de gobierno y el Alto Mando Militar, y es el régimen de Morales el que impide el esclarecimiento de estos hechos, porque Morales, los co-autores y sus cómplices deberían estar como acusados y no como acusadores o testigos.  5.- Que el gobierno actual impide esclarecer –entre otras cosas- el complot, la planificación subversiva, la presencia extranjera, los crímenes deliberados, el inicio de la violencia armada y el financiamiento del proceso desestabilizador y golpista.  6.- Que los partidos y dirigentes políticos, después del 17 de octubre de 2003, creyeron que cargando todos los males y responsabilidades a Sánchez de Lozada, al gabinete de Ministros y al Alto Mando Militar, ellos estaban a salvo, pero hoy ya han sido atrapados por la máquina represiva del gobierno de Morales y están enjuiciados, presos, perseguidos, exiliados o haciéndole el juego al gobierno para mantenerse en libertad y/o preservar sus negocios y patrimonio.  7.- Que lo que vive Bolivia desde el derrocamiento del 17 de octubre de 2003 ha sido un permanente y creciente proceso de coacción, amedrentamiento, persecución, enjuiciamientos, masacres, asesinatos, crímenes políticos encubiertos, violaciones a los derechos humanos, a las libertades individuales y de prensa, que han convertido al país en un Estado no democrático e intervenido.

GL: Algunos analistas indican que el nacionalismo revolucionario (NR) es una ideología con dos puertas: a la derecha y a la izquierda de las ideas políticas. El MNR ha transitado por ambas. Ha liderado la Revolución del 52 y ha participado de golpes de Estado, alguno de ellos contra un militar de izquierda (Torres, 1971). Este comportamiento pragmático ha dado lugar a una variedad sin límite de militantes. ¿No ha sido contraproducente la indefinición? ¿A quién representa ahora el MNR?

CSB: El nacionalismo revolucionario del MNR es una ideología que inicia la derrota y la desfiguración del concepto clásico de derechas e izquierdas, ya que frente a la “lucha de clases” del marxismo -a la que hacía juego la oligarquía- el MNR plantea la “ALIANZA DE CLASES”.  Frente a la confrontación, la Unidad del pueblo boliviano para lograr su liberación. Ante la necesidad de liberación, el dogma de derechas e izquierdas resulta una posición discursiva, una  anécdota histórica para el MNR. Ahora, en el siglo XXI, la categoría de derechas e izquierdas ya no sirve, está superada y necesita cuanto menos urgente redefinición, pues, por ejemplo, si vemos que algunas de las democracias más sólidas de Sur América son Chile, Brasil y Uruguay, y han logrado gran desarrollo económico con gobiernos denominados de “izquierda” impulsando el libre mercado, la inversión externa, las libertades individuales, económicas y la institucionalidad, con un modelo económico que se denominaría “neo liberal”, estamos hablando ya de otro concepto de izquierda, o mejor dicho, ya no podemos hablar de izquierda.

El gobernar y tomar decisiones, de acuerdo a la realidad nacional y mundial, fue calificado como el “pragmatismo” de Paz Estenssoro o del MNR, pero en verdad es el realismo histórico, fundado en lo que el Jefe Vitalicio de mi partido denominaba “la realidad objetiva”, en busca del cumplimiento de la meta que no ha cambiado, que –reitero- fue y sigue siendo “LA LIBERACION DEL PUEBLO BOLIVIANO Y LA CONSTRUCCION DEL ESTADO NACIONAL EN BASE A LA NACIÓN BOLIVIANA”.

El MNR representa a un pueblo boliviano oprimido y sometido, a un pueblo al que la agenda política transnacional de Morales lo ha llevado -y lo quiere seguir llevando- a ser un pueblo confrontado y dividido.  El MNR debe representar hoy la necesidad de unidad nacional frente a la política de división y confrontación racial, étnica, social, regional, gremial, generacional y de todo tipo que impone Morales para debilitar el espíritu nacional boliviano. El MNR  está en cada ciudadano libre que quiere cambio pero con respeto y con orden. El MNR representa como siempre el ideal de Patria y de libertad y la propuesta es la unidad para que el pueblo boliviano lo recuerde y podamos recuperar la libertad y la democracia en Bolivia. El MNR es la fortaleza de un proceso revolucionario que está interrumpido, infamado y deformado, pero que vive en el corazón de las bolivianas y bolivianos que quieren un futuro de libertad, progreso y seguridad para sus hijos. Hay un nuevo tiempo y un nuevo desafío en el difícil camino de la liberación del pueblo boliviano.

GL: El año 2002, los resultados electorales demostraban que el MNR había caído en las preferencias ciudadanas (su victoria electoral era débil) y el Movimiento al Socialismo (MAS) emergía con inmenso apoyo. Parecía la fuerza de la historia. ¿Por qué, más bien, se impuso la lógica de gobernar a toda costa? ¿No se advirtió la animadversión de esa inmensa mayoría que no votó por Sánchez de Lozada? Inclusive sus “ocasionales” aliados políticos no le tenían simpatía…

CSB: En la elección del 2002 el MNR le ganó la elección al MAS, de forma que mal se puede decir que había “animadversión de una inmensa mayoría”.  En esta lógica –si todo el que no vota por ti está en tu contra- el MAS tenía mayor animadversión que el MNR  al haber salido en segundo lugar. En las encuestas y en los resultados electorales Evo Morales tenía más negativos que Sánchez de Lozada. Lo que había en ese momento era un país en crisis, en una terrible crisis económica y con un alto nivel de desempleo que generaba un gran descontento social; era, además, un país con el Estado debilitado y sin autoridad, esa fue la herencia del gobierno de Bánzer y Jorge Quiroga.

Otro elemento de la elección del 2002 era la división entre los partidos políticos en torno a liderazgos personales y no a ideas o programas.  Si sumamos la votación del MNR con Sánchez de Lozada 22,46%, del NFR con Reyes Villa 20,91%, el MIR con Jaime Paz 16,31%,  la UCS con Johnny Fernández 5,51%, tienes 65,49%, casi dos tercios del total de votos frente al MAS con el 20,94%. El MAS era una fracción del voto, sin apoyo alguno en muchas regiones  y en estas condiciones no se puede hablar de inmenso apoyo. Si hubiera tenido inmenso apoyo nos hubiera ganado la elección.

En torno a la “animadversión”…  Una elección es una competencia por el favor del voto popular y lo que había respecto a Goni, en ese momento, era la natural confrontación electoral.  Luego hicimos un gobierno de coalición  que empezó con un gran diálogo nacional que no dio resultados por razones estrictamente económicas. No hubo dinero en el momento oportuno para poner en marcha el plan “obras con empleos”, no hubo cooperación internacional, se necesitaban solo 150 millones de dólares, Estados Unidos no cumplió, y el equipo económico del gobierno no quiso aumentar el déficit fiscal para tener recursos. Todo lo contrario: el gabinete económico se empeñó en incrementar la recaudación en un momento de crisis.

El fracaso del diálogo nacional de agosto a diciembre  de 2002 fue el triunfo de los conspiradores sobre los demócratas en la política nacional y de los economistas sobre los políticos en el gobierno, que abrieron la puerta –por la crisis económica- a que la convocatoria que hizo Morales el mismo 6 de agosto de 2002 para “derrocar a Goni”, se encamine y finalmente tenga éxito.

GL: Si bien el presidente Sánchez de Lozada salió del Palacio Quemado debido a la revuelta popular, todavía hizo el intento de trasladar su gobierno a la ciudad de Santa Cruz. Es decir: Occidente me rechaza, pero Oriente me guarece. Si se concretaba esa decisión, el país se ponía al borde de una fractura. ¿”Cuánto” del MNR apoyaba esa iniciativa? ¿Cuáles eran los argumentos de quienes insistían en resistir a toda costa?

CSB: Necesitamos –nuevamente- una precisión histórica esencial:  El presidente Sánchez de Lozada salió del país traicionado y derrocado como resultado de una conspiración y un golpe de Estado exitosos que lo forzaron a renunciar y salir exiliado.

El 17 de octubre de 2003 se rompe el orden democrático de Bolivia, como ya he explicado,  aunque esta situación se revista de la formalidad de la renuncia que el propio Sánchez de Lozada, en su carta, pide que no sea aceptada.  Leamos la carta llamada de “renuncia”:

“Honorables Congresales:

Bolivia está viviendo horas cruciales. La democracia está bajo el asedio de grupos corporativos, políticos y sindicales que no creen en ella y que la utilizan según su conveniencia. Todo esto configura un cuadro de sedición que, con el pretexto de la exportación del gas natural, ha violado la esencia de la democracia, que es el respeto al veredicto de las urnas para la elección de los gobernantes. Se ha utilizado esa bandera, rehusando el diálogo, para buscar mi renuncia, atribuyéndome no sólo la responsabilidad de los problemas actuales que confronta la República, sino también la falta de soluciones. Si así fuera, mi renuncia, que hoy pongo a consideración del Honorable Congreso Nacional, debería ser suficiente para la solución de los problemas nacionales. Aunque lo deseo fervorosamente, me temo que la solución no sea tan sencilla. Las causas profundas de esta crisis obligan a un razonamiento esencial, que las pasiones ahora desatadas no nos permiten alcanzar. El tiempo se encargará de hacerlo por nosotros, y a él me encomiendo en procura de un balance sereno y objetivo que las circunstancias nos niegan hoy. A los bolivianos nos ha costado mucha sangre y mucho dolor conquistar y sostener la democracia. Hoy sabemos que la democracia es un privilegio que hay que preservar para mantener la unidad de la Nación boliviana, con libertad y dignidad. El Presidente de la República es símbolo de esa unidad, en medio de la diversidad nacional, diversidad que debe ser fuente de orgullo y no de conflicto ni de violencia. Al poner mi renuncia a consideración del Honorable Congreso Nacional, lo hago con la íntima convicción de que la aceptación de la misma no corresponde ya que no se puede retirar a un Presidente elegido democráticamente, por mecanismos de presión y de violencia que están al margen de la ley. Este es un funesto precedente para la democracia boliviana y continental. El Congreso de acuerdo a la atribución contenida en el artículo 68 inciso 4to. de la Constitución Política del Estado debe decidir si la acepta o la rechaza. Si la acepta el Vicepresidente de la República deberá asumir la Presidencia y ejercerla hasta la finalización del período constitucional por mandato del artículo 93-II de la Carta Fundamental. Esta es una tarea que el Congreso debe encarar con la responsabilidad que exige la hora presente. Pero es mi deber advertir que los peligros que se ciernen sobre la Patria siguen intactos: la desintegración nacional, el autoritarismo corporativista y sindical y la violencia fratricida. Estos peligros se asientan en la circunstancia histórica en que los fundamentos de la democracia han sido puestos en cuestión. Quiera Dios que algún día no tengamos que arrepentirnos de todo esto. Honorables Congresales: He servido a Bolivia con entrega y dedicación sin límites. Esa es la más grande recompensa que haya podido alcanzar a lo largo de mi vida. Agradezco a Dios por ese privilegio y le pido desde lo más profundo de mi corazón que ilumine y bendiga a todas las bolivianas y bolivianos.

 

 

Gonzalo Sánchez de Lozada

 

 

Presidente Constitucional de la República”.

 

 

Respecto  al supuesto intento de trasladar el gobierno a Santa Cruz, esa idea nunca existió y ni siquiera se consideró. El Presidente Constitucional fue forzado en el derrocamiento pensando en la unidad nacional y en la situación del país.   El derrocamiento se había producido y no había carta de renuncia, entonces el Presidente recibió todo tipo de presiones y cedió a firmar una carta sólo para evitar la suspensión de la ayuda internacional a Bolivia, cuando el Embajador de USA, otros funcionarios internacionales, senadores y diputados lo presionaron y explicaron que sin la carta toda la cooperación sería quitada de inmediato.  Aunque yo nunca estuve de acuerdo con que el Presidente firme la carta de renuncia, intervine en modificar el texto de la misma.  La carta fue  corregida y firmada en el aeropuerto de Santa Cruz y pedía QUE NO SEA ACEPTADA.

Esta carta es un documento que demuestra y tiene vicio del consentimiento y es por lo tanto nula.  Fue firmada por el Presidente contra su voluntad y por presiones extremas deliberadamente creadas para someter a él y a su gobierno. Además de demostrar en si misma la violencia ejercida para obtenerla, esta carta ha servido- para disfrazar de “renuncia” un “golpe de Estado”.  Al firmarla bajo presión irresistible pudo más el patriotismo del Goni que su propia seguridad política.

GL: El “paso al costado” del gabinete (y quizás del gobierno) dado por el Vicepresidente Carlos Mesa, con anterioridad a los sucesos de octubre, terminaron salvando la sucesión presidencial institucionalizada de nuestra democracia. Al cabo de ocho años, ¿cómo juzgas lo sucedido? ¿Fue un acierto de Carlos Mesa?

CSB:  El denominado “paso al costado” de Carlos Mesa fue solamente TRAICIÓN, que es una falta alevosa e infame a la lealtad y a la confianza.  Mesa quería ser presidente a toda costa. Al empezar la campaña del 2002 me había pedido -y llegó a decirle a Goni- que él (Mesa) debería ser el candidato a la presidencia.  Para ser candidato a la Vice Presidencia puso condiciones onerosas, en los hechos vendió su ingreso a la candidatura, al punto que el mismo día de la proclamación de candidatos, Mesa seguía negociando condiciones económicas y espacios de poder.  Cometí el error de jugarme por Mesa, cedimos a sus imposiciones y terminamos pagando el precio.

En enero de 2003, fracasado el Diálogo Nacional, Mesa me propuso el proyecto de “sustitución ordenada de Goni” porque lo veía muy “cansado”. Discutimos y le pedí que nos ayude a fortalecer el gobierno y de inmediato informé al Presidente Sánchez de Lozada; se generaron reuniones, Mesa se negó, reiteró su lealtad al Presidente y éste le ratificó su confianza, alegando en privado que no podía despedir al Vice Presidente; el resultado fue una intensa campaña indirecta, mediática y política de Mesa contra mi persona, bajo la consigna encubierta de que: “para bajar a Goni había que bajar primero a Sánchez Berzain”

Mesa quería a toda costa ser Presidente de la República y, como le dije en privado y en público en reiteradas oportunidades, tenía tiempo para lograrlo, y yo creo que lo hubiera hecho sin necesidad de ser un traidor y liquidar el proyecto de país con el que terminó por su ambición política y económica.

El anuncio del paso al costado fue un acto de traición a Bolivia, al Presidente y al gobierno. Sólo fue el acto de mostrar sus cartas en una baraja que venía jugando, al principio en secreto y luego abiertamente.

Mesa conocía todo lo que estaba pasando, lo había aprobado y autorizado porque participó de todas las reuniones en las que se tomaron decisiones y además todas las decisiones eran legales. Hasta su declaración del paso al costado, Mesa se empeñaba en estar informado, propositivo, apoyando e interesado en la solución de los conflictos. Eso frente al Presidente.  Por el contrario, era el que pedía –en privado- acciones y decisiones que denominaba más enérgicas.

Mesa tenía toda la información del gobierno, pero el Presidente, para proteger la imagen de Mesa, había limitado su exposición pública con los temas del conflicto, y Mesa, con su imagen intacta, usó la información para llevar adelante la traición informando y pactando con Evo Morales y los operadores del derrocamiento.

Prueba de la traición es la denominada “agenda de Octubre”, primer acto de gobierno de Carlos Mesa, que establece “amnistía para los golpistas,  juicio a Sánchez de Lozada y sus colaboradores, y asamblea constituyente”, a lo que agregó “gobierno sin partidos”. Prueba escrita y pública de la traición son los dos decretos de amnistía: el DS No. 27234 de 31 de octubre de 2003 y el DS. No. 27237 de 4 de Noviembre de 2003.  En estos decretos, Carlos Diego Mesa como Presidente se perdona a si mismo y perdona a sus operadores y socios de los delitos que cometieron para llevarlo a la presidencia.

El decreto supremo 27234, en su parte considerativa, dice: “Que la Constitución Política del Estado en el numeral 13 del Artículo 96 establece como atribución del Presidente de la República decretar amnistías por delitos contra la seguridad del Estado; por lo que los delitos contra la seguridad del estado acontecidos en las últimas protestas sociales, son delitos catalogados como políticos………que según la doctrina penal, el delito político no se define por criterios objetivos sino subjetivos, que tienen que ver con los móviles que determinan la acción que se encuadra en un tipo penal determinado……que los hechos ocurridos en el mes de Octubre, formalmente pueden ser interpretados como delitos de tipo penal en la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana, pero considerando sus características y antecedentes en cuanto al móvil que impulsó estas acciones, resulta evidente que los mismos no respondían al deseo de cometer un delito de orden penal……….

Los delitos contenidos en la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana y objeto de amnistía son: instigación pública a delinquir; evasión; fabricación, comercio o tenencia de sustancias explosivas, asfixiantes, etc; atentado contra la seguridad de los medios de transporte; atentados contra la seguridad de los servicios públicos; lesiones gravísimas; lesiones graves y leves; lesión seguida de muerte; robo; robo agravado; y extorsión. Tipos delictivos justificados en la amnistía de Mesa porque él decreta que “no respondían al deseo de cometer un delito de orden penal…(¡!)”

Finalmente, no olvidemos que la amnistía se dictó sólo para los sediciosos mientras se ponía en marcha la persecución y enjuiciamiento de quienes, formando parte del gobierno, defendieron el orden público, la democracia y el Estado de Derecho.

GL: EL MNR ya no está en el gobierno. Con el paso del tiempo se puede advertir que la Participación Popular (1994) fue una medida revolucionaria, igual que el Bono Solidaridad (BONOSOL, 1997), que, en los hechos, es una renta de vejez para los campesinos. ¿Qué medida revolucionaria se quedó sin ejecutar? Aunque el último gobierno (2002-3) parecía simplemente preocupado de corregir la marcha de la capitalización…

CSB: Aclaremos que el Bonosol no es una renta de vejez de los campesinos, es una renta de vejez de todos los bolivianos de la tercera edad, incluidos los que tienen jubilación, pues proviene del propio dinero del pueblo boliviano fruto de la capitalización.

Ya hemos recordado que la Bolivia del año 2001 es más urbana que rural.  Lamentablemente el Bonosol, además de cambiarle el nombre a Bono Solidario, ha sido desvirtuado y no es sostenible en el tiempo porque lo han vuelto una dádiva estatal que se acabará junto con los otros bonos cuando el Estado no tenga recursos para pagar, y eso ya está muy cerca.

Lo primero que había que hacer en la gestión que comenzó en agosto de 2002 era superar la crisis económica creando empleo.

Por el derrocamiento del 17 de octubre de 2003 quedó sin ejecutar la urgente generación de empleo para superar la crisis; así se evitó fundamentalmente un gran impulso al desarrollo rural con sistemas de riego, equipamiento, incremento de producción destinada al mercado interno y a la exportación, electrificación rural; era y es necesario convertir al campesino en ciudadano productivo y de clase media. Conexiones de gas natural domiciliario para todos los hogares bolivianos, construcción masiva de vivienda social, caminos como la construcción carretera Víctor Paz Estenssoro, asfaltada de Cobija a Tarija, la doble ruta este-oeste y otras, que hasta hoy el país necesita y no se han hecho.

En lo estratégico era el tiempo de avanzar con medidas sociales como el SUMI (Seguro Universal Materno Infantil) para institucionalizarlas y hacerlas sostenibles en el tiempo; la reforma educativa necesita atención para poner a nuestros niños en el manejo de la tecnología y darle una educación que los haga competitivos en el mundo actual; salud y educación, como estrategia de disminución de la desigualdad. En lo político debíamos profundizar la Participación Popular, afrontar una nueva reforma constitucional preservando la democracia y el Estado de Derecho.  En lo económico buscar asegurar a Bolivia una economía sólida, por medio del establecimiento de mercados a largo plazo para el gas y el incremento de la producción; la liberación económica para perpetuar y multiplicar los ingresos por exportaciones de gas, que con el derrocamiento de 2003 y medidas posteriores no ha sido posible.

GL: Al pueblo boliviano, casi en su conjunto, no le gusta que se privaticen nuestros recursos naturales ni nuestras empresas estatales. El MNR lo hizo (1993-97) y, quizás, fue la causa de su caída. ¿Qué beneficios nos trajo la capitalización de Yacimientos (YPFB)? O, en su caso, ¿la capitalización del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB)? ¿O la venta de la empresa nacional de ferrocarriles (ENFE)? Esa “epidemia” de capitalizaciones en América Latina pareció tan sólo algo del momento, pues ahora luce fuera de moda en todo el contexto…

CSB: Los recursos naturales nunca se privatizaron.  Los recursos naturales se mantuvieron y se mantienen de propiedad del Estado (es el régimen constitucional creado por el MNR desde iniciada la Revolución Nacional).  Solamente se mejoró el régimen de concesiones (que ya existía) con un moderno sistema regulatorio creando las superintendencias.

El proceso de capitalización tampoco fue una venta.  Debemos recordar que se establecía el valor de la empresa nacional, y los interesados en capitalizarla debían ofrecer un valor que se invertía en la misma empresa, quedando el valor de la empresa nacional como acciones en propiedad del pueblo boliviano.  Preservación de patrimonio con incorporación de capital, tecnología y administración privada para atacar la corrupción.  El Estado cedió sus acciones al pueblo de Bolivia que recibía las utilidades por medio del Bonosol; esas acciones eran administradas en un Fondo de Capitalización. La capitalización es técnicamente un aumento de capital con ingreso de nuevo socio y contrato de administración. Por razones políticas ya explicadas, satanizaron la capitalización y hoy Bolivia ha retornado al estatismo, sin capital, sin tecnología de punta, con menos producción y con mucha corrupción.

Los beneficios del proceso de capitalización han sido dilapidados por Evo Morales y su gobierno. La capitalización del LAB fue la mas crítica, por la batalla política que sus dirigentes sindicales generaron con intereses mezquinos y sin visión para preservar su fuente de trabajo.  Esta empresa fue liquidada por decisión y presión política del gobierno actual para desprestigiar el proceso de capitalización.  El LAB estaba volando más aviones y más rutas, incluso a Europa, cuando –nuevamente- con juicios y acusaciones digitadas desde el gobierno sacaron del país a su principal ejecutivo.  Hoy han creado BOA y están tratando de repetir lo que hicieron al LAB con Aerosur (enjuiciar ejecutivos privados de empresas para quebrarlas o quedarse con la empresa).

La capitalización de ENFE se hizo en dos empresas: la Red Oriental y la Red Occidental;  la Red Oriental funcionó sin problemas porque no tiene en su ruta la competencia de una carretera asfaltada como si la tiene la Red Occidental, que quedó -por razón de la carretera- reducida a ser transportadora de minerales en un momento en que, por los precios internacionales, no se podía exportar minerales de Bolivia.  Con una carretera asfaltada que cubre los mismos tramos y destinos que la Red Occidental, no hay manera que, sin subvenciones, funcione el transporte ferroviario de pasajeros e incluso de carga no minera; por ejemplo, es más barato y rápido traer un container o un vehículo de Arica en camión que en tren, y es más barato y rápido viajar en bus de Cochabamba a Oruro, a La Paz o a Arica que en tren o ferrobús; esto afectó a poblaciones intermedias y se produjo el natural descontento por corte de tramos y servicios no rentables, situación que fue sindical y políticamente aprovechada en el proceso de satanización de la capitalización.  Además, en el caso de ENFE, lo que manchó este proceso fue la corrupción en la ENFE residual, o sea la parte de ENFE que no se capitalizó; esto fue lo desastroso por lo que ejecutivos y responsables de esa gestión fueron procesados y encarcelados.

GL: En el proceso inverso a las capitalizaciones están las nacionalizaciones, como las que viene practicando el presidente Evo Morales, casi siempre los 1ro. de mayo. Desde la distancia (física, y de oposición política), ¿cómo crees que prospera esa medida? ¿Vamos a seguir explorando en busca de gas como con las empresas extranjeras? ¿Cuál debería ser una buena solución para el pueblo y el Estado?

CSB: Nacionalizar no es lo mismo que estatizar y lo que ha hecho Morales son estatizaciones no nacionalizaciones. No se puede nacionalizar lo nacional, puedes estatizar lo privado y esto último es lo que hace Morales a medias.

Las denominadas nacionalizaciones de Evo son sólo “estatizaciones”, ya que las empresas capitalizadas nunca dejaron de ser nacionales, eran empresas bolivianas,  sus registros y operaciones eran en Bolivia, el 50% de sus acciones pertenecían a los bolivianos, debían cotizar en la bolsa boliviana, estaban sujetas a las leyes bolivianas, generaban empleo e impuestos en Bolivia, seguían siendo empresas bandera bolivianas, pero no eran administradas por el gobierno de turno y no formaban ya parte del botín político y sindical.  La estatización de Morales solamente le ha quitado al pueblo boliviano sus acciones para regresarlas al gobierno, le ha robado al ciudadano boliviano su fondo de pensiones y ha expropiado participaciones de socios extranjeros sometiendo al país a demandas millonarias, destrozando la credibilidad de Bolivia en materia de inversión o pagando precios extraordinarios y a veces de negociado para retornar a la corrupción política en beneficio solo del gobierno de Morales. Las seudo seudo nacionalizaciones de Morales son estatismo y centralismo puros y  no es lo mismo que  ser nacionalista.

El tema del gas está casi terminado para Bolivia.  Estamos fuera de mercado y fuera de tiempo.  Se ha perdido el momento histórico para que seamos una potencia gasífera.  Esto ha sucedido precisamente por el derrocamiento de octubre de 2003, los enfoques estatistas y los actos y decisiones demagógicas de Evo y su gobierno.

Bolivia tendría que estar exportando gas a México y California y,  como este fue el pretexto para el golpe de estado de 17 de octubre de 2003, liquidaron el proyecto.  El Perú se ha puesto por delante  de Bolivia en la producción y exportación de gas.  Bolivia ha bajado su producción por falta de exploración y disminución de explotación, como resultado de la falta de inversión y de confianza producto de las estatizaciones de Morales.

Deberíamos estar vendiendo más gas al Brasil y el año 2004 debió haberse construido un segundo gasoducto de más capacidad (más ancho) a ese país.  Han logrado todo lo contrario:  la producción actual apenas alcanza para cumplir con Brasil y hemos reducido los volúmenes a la Argentina.  Brasil y Argentina han encontrado grandes campos gasíferos que están desarrollando. Bolivia no tiene ni el capital ni la tecnología para el desarrollo intensivo de este recurso.  Chile no quiere el gas boliviano y Bolivia tampoco quiere venderle.  Hay incluso escasez de gas en Bolivia, el tendido de redes domiciliarias de gas natural -que ya deberían cubrir todo el territorio nacional- está muy atrasado.

Más pronto que tarde Bolivia deberá  volver  por el camino del realismo y, en la mejor forma posible, buscar capital y tecnología.

Cuanto más tardemos, más atrás y más pobres nos iremos quedando.

GL: El presidente Evo Morales debe intentar pasar a la historia dando solución definitiva al problema de la hoja de coca. Ya se sabe que el excedente se vuelve cocaína. Al mismo tiempo, se afirma que su consumo diario y constante es medicinal, pero es posible tener dudas. ¿Qué se debe hacer al respecto? ¿Cuál es tu experiencia? Porque también en el gobierno de Sánchez de Lozada se tuvo coca excedentaria y mucho narcotráfico…

CSB: Evo Morales sigue siendo el  líder nacional de los cultivadores de coca ilegal.  Ellos lo han llevado al poder y lo sostienen allí y eso tiene un costo político que es el incremento del cultivo de la coca ilegal que sólo tiene como destino la producción de droga. El incremento de la producción de la droga que proviene de la coca en Bolivia, es parte de las necesidades políticas del gobierno de Evo Morales.  Lo demás son sofismas.

De acuerdo a ley y a las convenciones internacionales, en Bolivia han quedado sólo dos clases de cultivos de coca:   1.- Los cultivos legales, ubicados básicamente en los Yungas de La Paz, con una extensión máxima de 12.000 hectáreas, destinados al consumo tradicional, medicinal, legal.   2.- Los cultivos ilegales ubicados en el trópico de Cochabamba, denominación genérica de Chapare, que el año 2003 estaban en -más o menos- 3.000 hectáreas (se habían reducido en 10 años casi en 15 veces).

Esta coca está solamente destinada al crimen del narcotráfico.

La pregunta es si Bolivia es ya un narco-Estado o… ¿cuánto le falta?   Para responder esta cuestión hay que cumplir las leyes y los convenios internacionales.  Pero esto es precisamente lo que Evo Morales no puede hacer,  porque pierde el respaldo político y la movilización de los cocaleros ilegales, y aún peor: empezaría a tener conflictos sociales y confrontaciones en las  que él mismo ha participado, promovido y dirigido en el pasado.  La razón por la que hoy los cocaleros de Chapare no son un problema para el gobierno es porque son el gobierno; con respaldo estatal, hacen lo que quieren, no cumplen la ley, incrementan los cultivos y han terminado de integrar el circulo de la producción de droga, porque ahora, casi la totalidad de la pasta base de cocaína se produce en el mismo lugar de producción de la coca ilegal y la producción del clorhidrato de cocaína casi íntegramente en Bolivia.

La diferencia con nuestros gobiernos es que el MNR llegaba al poder con el apoyo de sectores sociales con los que cumplía políticamente con medidas de gobierno legales y gobernamos para todos los bolivianos.  Nuestra contribución a la reducción de la coca ilegal fue fundamental y de este hecho nace la  confrontación con Evo Morales y la animadversión incluso personal y amenazas hasta de muerte que él ha expresado públicamente contra mi persona.  En la lucha contra el narcotráfico implementamos el mejor sistema posible con cooperación internacional, que Evo ha roto a nombre de una soberanía cocalera pero no nacional.

La lucha contra el narcotráfico era, hasta el 17 de octubre de 2003, una política de ESTADO, luego pasó a ser una política de gobierno y, más tarde, una política de un grupo de sindicatos productores de coca ilegal que terminaron con toda la cooperación internacional en la lucha real contra el narcotráfico. La producción de coca y de cocaína se ha incrementado en este gobierno y lamentablemente el consumo interno también.  De ahí surge la cuestión regional y mundial cada vez mas persistente de que si Bolivia es un narco Estado o está en proceso de convertirse en un narco Estado, gobernada como está –por decir lo menos-  por los cultivadores de la coca ilegal.  El presente y futuro de país en este tema son muy peligrosos.

GL: La población boliviana en general empieza a especular sobre la posible candidatura del presidente Morales el año 2014. Aunque aún falta mucho tiempo, ya es posible advertir que el eje de la discusión está en la confrontación de dos conceptos: legalidad versus legitimidad. El movimiento popular boliviano (indígenas, proletarios, mineros, cocaleros), mientras tanto, se preocupa porque todo el “proceso de cambio” descansa en las espaldas de su líder. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Qué crees que sucederá?

CSB: Morales y su gobierno no son un proyecto político boliviano. Son parte del socialismo del siglo XXI llamado también proyecto bolivariano o grupo del Alba (Alianza Bolivariana para las Américas) nacido de la unión entre Caracas y La Habana, que recreó, a principios de este siglo, el foquismo castrista de la década de los sesenta y lo convirtió en foquismo electoral, reemplazando la lucha armada eventualmente por el manejo de elecciones. Como resultado de la alianza entre Caracas y La Habana, Castro tuvo ingresos de dinero y petróleo que lo salvaron de la agonía económica que sufría a fines de los noventa y Hugo Chávez obtuvo seguridad, el proyecto político y la experiencia (know how), de la dictadura más antigua y duradera del hemisferio para permanecer en el poder.

Los demócratas latinoamericanos tardamos mucho en percibir este proyecto transnacional, neo- imperialista y autoritario.  Hoy, aún muchos políticos, sindicalistas, empresarios, académicos y ciudadanos no ven la verdadera naturaleza de un poder político regional que controla  dictatorialmente  Cuba y que, destrozando las democracias, está llevando en ese camino a Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua; que intentó, y sigue intentando, tomar Honduras.

El socialismo del siglo XXI tiene gran influencia –via acuerdos políticos de provisión de petroleo venezolano- en otros paises como los que conforman Petrocaribe, lo que les ha dado mayoría de votos a nivel regional y les permite un manejo político casi discrecional de la Organización de Estados Americanos (OEA) entre otros organismos.

Una característica esencial de esta franquicia política del siglo XXI es que viene disfrazada de democracia, con mucho dinero para la acción y moviliazación políticas, con presentación populista y discurso de pretender terminar con la exclusión, la pobreza, el racismo, o cualquier otro elemento que se aplique a la realidad del país donde operan.  Su discurso fundamental (anti capitalista, anti imperialista y anti norteamericano) se disfraza de democracia hasta que toman el poder. Sus slogans y símbolos siguen siendo castristas: ¡Patria o muerte…venceremos!; ¡Hasta la victoria siempre!; su símbolo es el Che Guevara, su centro de peregrinación La Habana; no tienen adversarios políticos, señalan enemigos. Se pesentan con banderas contra la pobreza y lo que hacen es aumentarla.

Sus políticas estatistas y centralistas sólo buscan la concentración total del poder y la permanencia indefinida en el mismo, a través de reformas constitucionales, bajo un modelo contratado a pseudo académicos de una universidad española que han diseñado las Constituciones de Venezuela, Bolivia y Ecuador y con las que han articulado hasta un doctorado de Derecho Constitucional en La Habana.

Entre los medios de acción que usan se encuentran: la campaña de desprestigio del sistema de partidos políticos buscando su eliminación, la creación o aprovechamiento de crisis, y la exacerbación de tensiones y confrontaciónes internas o externas, como Morales ha hecho en Bolivia siguiendo al pie de la letra esta agenda.

En el camino al poder trabajan por el desprestigio de la democracia, las instituciones y los líderes sociales, empresariales, políticos y regionales. Obtenido el poder, desatan la persecusión de políticos, periodistas, empresarios, dirigentes sindicales, líderes cívicos y de toda persona que disienta o tenga proyección. El objeto es amedrentar a la ciudadanía con el terror y mandar la señal al ciudadano común de que estará bien si no se mete con el gobierno o no entra en política; nada es posible contra el presidente –cocalero en el caso de Bolivia- que está concentrando todo el poder y dando los últimos toques a un sistema de partido único. Con discursos nacionalizadores se apoderan de  empresas, medios de comunicación y recursos, con el fin de cortar libertades económicas, de expresión y financiamiento a iniciativas democráticas; los instrumentos utilizados incluyen, entre otros, la politización de la justicia para perseguir y anular a los opositores creando delitos y procesos en manos de una justicia propia y/o servil, ciminalizando la actividad política e incluso la de la prensa libre.

Estos países, controlados por el proyecto venezolano-cubano, mantienen presos políticos, perseguidos y exiliados.  Confiscan y realizan agresiones contra medios de comunicación y atentan contra la libertad de prensa; violan sistemáticamente los derechos humanos y desconocen el derecho de propiedad en nombre de una revolución que pretenden sea permanente pese a su fracaso humano, económico, social y político.

El proceso incluye una nueva categoría de ricos, miembros del poder político y los amigos del poder, con recursos venezolanos, de la corrupción y de otros delitos que se realizan con auspicio de ese poder.  Están formando su propia burguesía (boliburguesía en Venezuela) y se ponen en evidencia por la pobreza del país y la ostentación de los nuevos bienes y lujos de que disfrutan los actores, sus familias, amigos y allegados.   Están creando mayor desigualdad, ya que los auto denominados revolucionarios del siglo XXI acceden a recursos inalcanzables para los ciudadanos comunes.  Incremento de la corrupción, crisis económica, menos empleo, costo de vida más caro y niveles alarmantes de inseguridad.  El narcotráfico termina por enseñorearse convirtiendo -en diverso grado- a los  Estados en cuasi fallidos.  Estos países han retrocedido -gracias a este proceso- entre 30 y 40 años en sus avances democráticos, sociales,  institucionales y económicos.  Lamentablemente, el país cocalero de Morales es uno de estos Estados que, aplicando la misma receta, están obteniendo incluso más rápidos resultados de desastre.

En Bolivia han logrado aprobar ilegal y violentamente la constitución de Evo Morales y él podrá intentar reelegirse las veces que quiera, porque puede reformar el texto constitucional con una ley ordinaria a través de un Poder legislativo que le pertenece y a cuyos miembros ha quitado incluso la inmunidad de gestión parlamentaria.  No existe posibilidad de ningún control de constitucionalidad porque se ha apoderado también del Poder Judicial, incluyendo el Tribunal Constitucional.  Además ha aprobado sus leyes represivas para todo, empezando por los políticos, pasando por los periodistas y terminando en los dirigentes sindicales que creyeron que lo llevaban al poder.

Morales ha creado su propia legalidad que no es legítima ni es lícita, pues nace de la violación sistemática y reiterada de la Constitución Política del Estado Boliviano y de su suplantación. Ha quebrado toda la institucionalidad democrática de Bolivia y la ha reemplazado con leyes espúreas para ejercer el poder total. La constitución de Morales es constitucionalmente NULA y la recuperación de la democracia en Bolivia pasa por dejarla sin efecto, por terminar con esta seudo legalidad (que han disfrazado de Estado Plurinacional y otras falacias), por revertir la quiebra institucional y  extinguir la formalización (no institucionalización) de mecanismos para violar la libertad y los derechos fundamentales.

El problema que tiene Morales para reelegirse no es legal, ni siquiera de votos, porque también controla el sistema electoral y de registro ciudadano y puede hacer el fraude que quiera.  Su problema son los resultados de su gobierno, la crisis económica a la que ha llevado al país -y que será cada vez más grave-; la crisis de seguridad ciudadana vinculada al crecimiento del narcotráfico de cuyos promotores, interesados y responsables es parte, protector y lider nacional; la crisis de expectativas no cumplidas y el propio laberinto que ha creado; los precios, la pobreza y la desigualdad que, en lugar de disminuir, están aumentando. Morales sabe esto y lo sabe tanto que ahora está jugando la carta de la reivindicación marítima para tratar de recuperar apoyo popular.

El desprestigio de Morales en el ámbito internacional es creciente porque el mundo ha empezado a ver quién es y qué hace. Guardando diferencias, “Morales pudo ser Mandela y prefirió ser Mugabe”.  Pudo haber sido un lider nacional y prefirió destruir la Nación y ser un tirano.

GL: La lucha contra la corrupción se ha visto mezclada, desde un principio, con la lucha política. Algo falla en la Ley como también en la administración de justicia. Parte de la oposición se halla fuera del país. Pero esas no son novedades para los bolivianos. Debido a estos motivos, ¿el MNR seguirá presentándose en las elecciones nacionales con candidatos sin predicamento alguno? ¿Cómo piensan superar los riesgos actuales y presentar una candidatura alternativa?

CSB: El problema del gobierno de Morales en el tema de la lucha contra la corrupción lo podemos sintetizar en tres cosas:  1.- El gobierno de Evo Morales tiene más corrupción que ningún otro.  2.- Morales ha convertido la lucha contra la corrupción en un instrumento de represión política contra sus adversarios, líderes cívicos, empresarios, sindicalistas, periodistas, ciudadanos e incluso militantes propios que quiera castigar o eliminar. 3.- Morales controla todo el sistema de fiscales y de jueces según su interés, ha criminalizado la política y ha judicializado la represión, de manera que la llamada lucha contra la corrupción de este gobierno es, en si misma, el acto más grande de corrupción y de violación de los derechos humanos.

Parte de la oposición son hoy presos políticos en Bolivia, otros están enjuiciados y perseguidos; hay lideres políticos, cívicos, empresariales, jueces, sindicalistas y ciudadanos que está fuera del país perseguidos y exiliados porque en Bolivia su vida corre peligro y además no tienen manera de defenderse porque no hay presunción de inocencia, no hay debido proceso, no hay jueces imparciales, no hay garantía alguna, y en general los acusan los autores de los crímenes que se pretenden juzgar. Bolivia tiene EXILIO POLITICO y el exilio se produce por PERSECUCION POLITICA, y esto sí que es una novedad en la democracia boliviana recuperada el año 1982, aunque no en la historia nacional.

La novedad es más grave aún y consiste en que Bolivia ha dejado de ser una democracia y tiene un gobierno que llegó al poder por elecciones pero que es autoritario y no democrático, porque con sus actos no cumple hoy con los elementos esenciales de la democracia enunciados por el Art. 3 de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, que, además de tratado internacional vigente, es ley en Bolivia.

El Art. 3 de la Carta Democrática Interamericana establece que: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

Un elemento esencial es aquello que constituye la naturaleza de la cosa, lo que es permanente e invariable a ella, lo más importante, algo de lo que depende la existencia misma de la cosa, en este caso la democracia.  De manera que a falta de cualquiera de los cuatro elementos transcritos, la democracia ya  no es tal, ya no existe.

Aplicando el Art. 3 de la Carta Democrática Interamericana al Estado Plurinacional de Morales, vemos que:  1.- No existe respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; que se ha creado una propia “formalidad de leyes” (no de derecho)  violatorio de los derechos fundamentales de diferentes grupos de personas, sectores y regiones;  2.- Que los organismos electorales están controlados y copados por el gobierno y ya no son independientes;  3.- Que el sistema de partidos políticos ha sido destrozado y sus dirigentes detenidos, enjuiciados y/o exiliados, cuando no subordinados al gobierno que busca consolidar un sistema de partido único, el MAS;  4.- Que la separación e independencia de poderes ya no existe porque Morales controla el Poder Legislativo, y enjuició, destituyó, amedrentó, obligó a renunciar a los miembros del Tribunal Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia para nombrar –desde el Poder Ejecutivo-  a los suyos y controlar  el Poder Judicial, con el que persigue y criminaliza a quien quiere.  Ahora amaña una elección de magistrados prosiguiendo con la creación de su propia legalidad.

En este escenario de un país sin democracia, las elecciones son un sainete, una simulación en la que los partidos y todos los sectores que defienden la libertad en Bolivia deben buscar la conformación de un frente unido, un proyecto de unidad nacional para la recuperación de la democracia y la restitución del Estado de Derecho.

Hay una sola acción política que el MNR debe tratar de liderar o en la que debe participar y es este proyecto de unidad nacional para recuperar la democracia. Hay que construir una sola candidatura contra el autoritarismo y restituir la democracia. Esta es una tarea similar a la de fines de los 70 contra las dictaduras militares, pero más difícil porque el autoritarismo de hoy está disfrazado de democracia.  El actual eje de la contradicción histórica en Bolivia está entre la perpetuación del autoritarismo y la reposición de la libertad y la democracia.

GL: Los bolivianos aspiramos a despegar económicamente, a formar parte de una nueva gama de países que armonicen el mercado capitalista y lo mejor del socialismo, a conformar una sociedad democrática, a desarrollar el ámbito rural… ¿Cuál es, a tu juicio, la Bolivia que viviremos los próximos diez años?  

CSB: La Bolivia del corto plazo es una Bolivia en crisis.  Ya está en crisis.  Hay crisis de democracia, hay crisis de libertad, hay crisis económica, hay crisis de seguridad, hay crisis de empleo, hay crisis de confianza, corrupción, intervención extranjera… y recién está empezando. Hoy, en Bolivia, hay poca gente que está ganando mucho dinero, hay auge de la construcción, de importaciones y de contrabando.  Hay aparente crecimiento, obras, pero en la otra cara es una Bolivia con desempleo, con alza del costo de vida, con disminución del valor adquisitivo y del ingreso, Con mayores desigualdades sociales y económicas, con crecimiento del narcotráfico a través del incremento de la producción y del consumo de droga. Hay un gobierno que ve aumentar su déficit fiscal y que debe continuar subvencionando los carburantes; que ha establecido una importante cantidad de bonos que técnicamente no tiene con qué pagar.  Las exportaciones legales muestran incremento de precios, no de volumen ni de diversificación, hemos vuelto a ser un país fundamentalmente minero y exportador de materia prima. No hay inversión extranjera seria.  Hay un conjunto de nuevos socios como Cuba, Venezuela, Irán y otros que, si tuvieran el capital suficiente, no tienen la tecnología necesaria.

Pero el tema no es sólo la economía. Lo social y lo político es más grave. La sociedad boliviana está confrontada  y tiene crecientes rencores en esa división.  Morales no sólo ha logrado actualizar la lucha de clases, ha promovido y sostiene con éxito la lucha étnica y racial, la confrontación regional, el enfrentamiento generacional, sectorial y hasta funcional.  Hay sectores privilegiados -como los cocaleros de la coca ilegal- y sectores marginados -como el magisterio-, por ejemplo.  Existen regiones oficialistas como El Alto y el Chapare y regiones sometidas por la fuerza como los departamentos del oriente boliviano, el Chaco y regiones de los valles.

Reitero que Bolivia es hoy un país con presos políticos, con perseguidos políticos, con exiliados políticos.  Con gente sometida y acallada que, como diría Pedro Domingo Murillo, vive una suerte de destierro en el seno mismo de su Patria.

Antes de que Morales concluya este periodo para el que se ha reelegido, Bolivia estará sintiendo severamente los efectos de la crisis, agravada por el ejercicio totalitario del poder.

GL: ¿Cuál dirías tú que es la Bolivia que se va y la Bolivia que viene?  

CSB:  La Bolivia que se quiere denominar neoliberal y de la democracia pactada, que era la Bolivia de la recuperación y la construcción de democracia y estabilidad económica, ya se fue. Se acabó el 2005 luego de agonizar desde el derrocamiento de Sánchez de Lozada.

La Bolivia que se va es la de una constitución que divide en lugar de unir, que amenaza en lugar de proteger, que reglamenta en lugar de establecer principios, que está hecha para el abuso y no para las garantías, la cocalera.  Esta Bolivia que no es Bolivia, que ya no la quieren llamar Nación, dividida en 36 nacionalidades, que la han denominado Estado Plurinacional en lugar de Estado Nacional. Un país obligado a la confrontación interna e intervenido por un proyecto externo.

El que se va es el Estado autoritario y cocalero creado por Morales que no es Bolivia porque no tiene libertad y simula democracia.  Se va la Bolivia sometida a un proyecto político y a un experimento económico que nunca quiso y que no merecía.

Se va el país que vive y avanza en una crisis total, una crisis de Estado, de gobierno y de identidad.  Puede que tarde un poco, pero es la que se va porque no es históricamente posible ni viable, es antinacional y antihistórica. Se va el intento de un país a contramano de la historia, de un proyecto inviable.

La Bolivia que viene, viene después de una gravísima crisis, es el post-moralismo.  Es una Bolivia en la que es vital construir  unidad y  consenso, acuerdos mínimos que le den fortaleza, progreso y seguridad a largo plazo; es urgente superar los elementos de confrontación que ha generado la crisis, reponer la democracia y el Estado de Derecho.  La Bolivia que viene es moderna, mucho más parecida a los países exitosos de América Latina que a los fracasados y conflictivos.  Esta es la Bolivia que le debemos a las próximas generaciones.

 

 

11 de mayo, 2011.

 

DATOS

Carlos Sanchez Berzaín

Nació en Cochabamba en Septiembre de 1959.

Estudios cursados en el Colegio La Salle de Cochabamba, Universidad Mayor de San Simón, Florida International University USA –Flacso, Argentina.

Abogado experto en Derecho Constitucional, Master en Ciencia Política y Master en  Sociología, Politólogo.

Miembro fundador del Ateneo Jurídico Boliviano.

Catedrático de Derecho Constitucional y de Derecho Internacional Público. Ha patrocinado en Bolivia causas históricas en materia de defensa de las libertades fundamentales y del control de constitucionalidad.

Co-autor del libro Recursos constitucionales en Bolivia.

Conferencista y analista político.  Director del Interamerican Institute for Democracy.

Ministro de Estado de la República de Bolivia cinco veces.

Ministro de la Presidencia de la República en dos ocasiones (1993-94 y 2002-03), Ministro de Gobierno dos veces (1994-96 y 1997) y Ministro de Defensa Nacional (2003), en los gobiernos del Presidente Constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada.

Ha impulsado y participado en la Reforma Constitucional de 1994-5, las medidas de reforma conocidas como Capitalización Social, Bonosol, Participación Popular, Reforma Educativa, Seguro Universal Materno Infantil y otras.

Como Ministro de Gobierno ha dirigido la lucha contra el narcotráfico en Bolivia por mas de tres años y promovido el desarrollo alternativo.  Pre-candidato presidencial del MNR el año 1996.

Diputado Nacional por Cochabamba de 1997 a 2002; Jefe de Bancada y Jefe de la oposición parlamentaria en el mismo periodo.

Secretario Ejecutivo Nacional del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) de 1999 a 2003. Director Ejecutivo y Jefe de Campaña a nivel departamental y nacional del MNR (1997-2002).

Autor de varias obras, comentarios y artículos sobre temas de libertad, democracia e institucionalidad en las Américas.

Vive como asilado político en los Estados Unidos.